El último cartucho

Una de las múltiples vidas que me hubiera gustado experimentar es la de escritor. Tener la capacidad, la habilidad y los medios para poder plasmar en palabras mis pensamientos; hacer que una persona anónima cualquiera pueda disfrutar de sensaciones que yo mismo experimento al abrir un libro y sumergirme en sus páginas para viajar por lugares sacados de la imaginación de otros (sí, he dicho abrirlo, me considero uno de los últimos bastiones inexpugnables de libros "analógicos").

He intentado llevar un blog de manera medianamente periódica y no ha habido narices. Después intenté espaciar la constancia de lo escrito y tampoco. Pero el mono sigue ahí (jodío gorila).

Muy posiblemente no sea una de mis habilidades más destacadas, aunque por lo menos está por encima del bricolaje, y, aunque no sé muy bien de qué manera, voy a darle un último empujón al asunto, para calmar al homínido puñetero que tengo en algún rincón y que se dedica a dar por saco sistemáticamente para volver a intentarlo de nuevo.

No prometo nada, pero ya se me ocurrirá algo para, poniéndolo como excusa, escribir alguna línea y dar la tabarra a amigos, conocidos o, simplemente, navegantes que buscando ofertas de ropa recalen en este blog.

Buenas de nuevo. Se os vuelve a saludar. Si alguien quiere acompañarme a los mandos de "esto", bienvenido es; si sólo queréis leer alguna de mis... mal llamadas reflexiones de vez en cuando, pasad, que no se cobra entrada.

Ola, ke ase.