El día a día o cómo acabar más quemado que la moto de un hippie

La informática, según he visto desde que en 2003 me dieron un titulito que sólo sirve para colgar en alguna pared huérfana, es que no es sólo conocimientos "académicos".

Se necesita inspiración, agudeza, procesos lógicos sólidos (aunque a veces la lógica es desafiada de manera abierta y apabullante) y mucha dedicación. Tesón. Cabezonería. Capacidad de derribar las murallas de Ávila con una cucharilla de café si es necesario. Contra lo que no se puede luchar es contra la estulticia, ni la propia ni la ajena.

Pongamos una empresa pequeña con ínfulas sólo porque el sector en el que trabaja es uno en el que se puede ganar dinero. Y mucho. Funciona bien y necesita sólo de un pequeño impulso y una recua de subnormales que no necesitan saber qué están picando en sus terminales, sólo picarlo bien.

Pongamos que llegas a esta empresa en calidad de "segundo de a bordo" en un equipo de dos informáticos. Pongamos que tu compañero, a priori, es un tío inteligente, con más experiencia que tú y con unos estudios superiores por lo que, entre otras cosas, es el responsable del departamento, cobra más que tú y se come los marrones.

Pongamos que en esta empresa la formación continua es algo inexistente. Sólo se da a unos pocos "privilegiados" que, casualmente, comparten parentesco entre ellos y con los gerentes como si fuese un reino europeo cualquiera en el que la endogamia y el chupapollismo campan a sus anchas. Y porque les regalan tablets que luego te traen a ver si se las puedes "liberar".

Pongamos que, independientemente de que no te suban el sueldo, llegues con la esperanza de que sean un poquito conscientes que su departamento de Informática, sobre el que se sustenta la empresa, debe estar actualizado en conocimientos de su campo para aplicarlos a mejorar los sistemas a fin de hacerlos más eficientes y transparentes a los subnormales antes nombrados.

Pongamos que la primera traba con la que te encuentras es un "¿Y es necesario?" proveniente de alguien que no sabe que no se abren adjuntos con un ejecutable embebido en un comprimido, ya que es muy probable que pueda ser un virus. Y pongamos que la segunda es económica, ya que todo lo que se salga de una subvención de 13€/h de curso es automáticamente rechazado por "caro". La tercera es tu propio compañero, aunque eso es harina de otro costal.

Pongamos que llega un momento en el que tus sistemas se ven obsoletos y tienes que actualizarlos. Sin saber dónde te metes, claro, porque si sabes administrar un sistema antiguo es posible que dos versiones después no tengas ni pajolera idea ni de donde está el botón de inicio.

Pongamos que, aún así, aprueban el desembolso para la actualización de los sistemas. Te santiguas. Google sabe, pero no es fiable, porque tendrías que saber desgranar qué información es la correcta y cual no. Como no te has podido formar antes (ni tienes entorno de pruebas), tiras de intuición, rezas a varios panteones por aquello de tener suerte y te tiras a la piscina sin manguitos.

A veces flotas, la mayoría te hundes o te ahogas por agotamiento intentando mantener la cabeza por encima del agua.

Añádanle a eso el que los sistemas antiguos, bien por estar emitiendo sus últimos estertores o por "problemas de convivencia" entre ellos y lo nuevo que vas implementando, empiezan a fallar como nunca lo habían hecho antes. Con tus conocimientos "limitados" como técnico/administrador/puta te das cuenta que igual deberías haberte especializado en alguno para saber por dónde cojones está reventando. Tarde.

Pero es que recurres a tu compañero y tampoco sabe. Acudes a la empresa externa que te da soporte para casos que se te escapan y tienen menos idea que tú.

Eh, pero son partners de M$ y te abren un caso. Luego te facturan la ayuda, pero ahí están ellos.

Entonces es cuando empiezan los planteamientos y las realidades en forma de hostias:

- "¿Y si mi compañero es más inútil que yo? Joder, no sabe ni dejar un equipo de usuario montado en condiciones... eso sí, hace scripting para SQL... que funciona de vez en cuando... Y VBA, que yo no sé... pero si lo copio..."
- "Encima, está de vacaciones... y si tomo una decisión de acción estando solo no la respeta sino que me la tira"
- "Claro, acuérdate cuando quisiste montar el messenger corporativo, pero como había que desplegarlo no quiso... coño, ¡¡¡porque no sabe!!! Si ni siquiera sabe montar un WSUS cuando el mío, no es que fuese muy fino, pero sin saber, bastante hice."
- "¿¿No te jode que me llama el gilipollas del usuario porque no funciona el desvío de correo de su compañero y tiene que abrir DOS correos?? ¡¡Que se agobia, dice!!... Ah, que no le puedo decir nada... Ya, compañero, ya, que no hay que buscar la confrontación, ya... PERO ES QUE... nada, vale, va..."
- "Mira, otra vez que están intentando mandarse correos personales cuando saben que no pueden... joder, ¿¿cuántas direcciones le he capado ya a esta mujer?? ¡¡Que esta es la séptima!!"


Ésto es mi día a día. Intentas llevarlo con filosofía, madurarlo y no dejar que te afecte. Prtar el Zen como bandera y que te importe un huevo. Pero no.

Pasan los días, las semanas. Los meses se convierten en años y ves que no avanzas. Ni laboralmente ni "intelectualmente". Las pruebas con programas y sistemas diferentes las tienes que abandonar bien porque no se vayan a implementar nunca, porque te las tiran por el suelo o simplemente porque no das abasto entre dar soporte a subnormales y estar centrado en desarrollar tu idea y tu proyecto.

He sido más feliz este fin de semana poniendo cervezas que en mis últimos 4 años como informático.

Espero que sepáis comprender este exabrupto. Son días algo raros y necesitaba soltarlo.

Nos leemos.

A leer: Kryptos (Blas Ruiz Grau)

Desde hace poco tiempo (se podría decir casi seguramente que desde que tengo Twitter) me he empezado a interesar e involucrar levemente en el mundillo del crowfunding.

Ver cómo personas intentan llevar a cabo sus sueños buscando la ayuda de la gente a través de internet, redes sociales, etc., no es algo nuevo. Pero no lo conocía. Y encontrarse con proyectos con un fin como es el de dar de comer a los niños más desfavorecidos, me tocó la fibra que normalmente mantengo oculta tras mi habitual máscara de bordería y desprecio por la sociedad en general.

Sigo sin creer en ese concepto: la sociedad, pero a cada día que pasa y que voy conociendo ciertas historias, mi fe en determinadas personas aumenta. Si ellos son capaces de llevar a cabo proyectos así, mi "deber" es apoyarlos en la medida de lo posible.



Blas lo ha logrado. Y el resultado es la hostia.

Mención aparte (o encima, o debajo, o al lado, o ponedla donde queráis) merecen los cuatro jinetes más uno que colaboran en el libro: un gran Juan Gómez-Jurado al prólogo y unos flamantes escritores como son Bruno Nievas, Roberto López-Herrero (sobrecogedor), César Pérez Gellida y Gabri Ródenas que nos obsequian con la escritura de un capítulo del libro por cabeza (o maceta).

Kryptos no es la típica novela negra ambientada en el mundo de espías estadounidenses. Es algo más. Es una historia que te engancha y que hace que te leas el libro de un tirón (o cuatro tirones en sus respectivos trayectos de metro). Si tuviera que ponerle una pega sería la excesiva coloquialidad del lenguaje habitual de sus protagonistas, no tanto porque no case perfectamente con lo que se diría en una conversación natural sino por, posiblemente, la falta de costumbre de verlo escrito en una novela.
Y no quiero decir que donde exclama "coño" deba poner "cáscaras". Creo que me entenderéis.

No sé si debo hacer una sinopsis al uso de Kryptos o dejarlo a vuestra confianza en mi criterio (dijo la persona que no ha tenido huevos a leerse el Silmarillion), pero pensad en que la inversión en este libro no es sólo para pasar un buen rato con él en las manos (que también), sino que con lo que cuestan las cervezas de una tarde tonta estamos ayudando a que haya niños con algo que llevarse a la boca.

Nos os dejará indiferentes, os lo garantizo.

Mis felicitaciones y un gran abrazo, Blas.