¿Respeto?

No comparto tus creencias. No intentes imponérmelas.
Tú adoras a tu Dios. No es el mío. No me lo vendas. No me interesa.
¿No te sientes a gusto con el sexo?. Yo sí. Déjame disfrutarlo.
¿Crees que debes tu cuerpo a tu Dios?. Dedícaselo. Con el mío hago lo que quiero. O es que mi Dios es más permisivo que el tuyo, simplemente.

Perseguidos durante la antigüedad. ¿Ahora pasáis a ser perseguidores?.
Predicáis igualdad. Pero las mujeres no llegarán a lo alto de vuestra curia y siempre representarán un papel de servidumbre.
Predicáis abstinencia. Predicáis austeridad. Y vestís ídolos con oro mientras los pobres se agolpan a las puertas de vuestros templos.
Predicáis amor, cercanía. Pero sólo con los que comulgan con vosotros.

Cristianos. Os pregunto: ¿eso es respeto?.

No. Es hipocresía. Pura y simple. Sois una organización de personas, mortales, que no sabéis vivir la vida de otra manera que no sea sometidos a alguien que os cuenta cosas sobre algo que no podéis ver.

A leyes humanas, no divinas.

No me pidáis entonces a mi, si no cumplís nada de lo que predicáis, hipócritas, que os respete. Porque no pienso hacerlo.

Y rezad mucho cuando un cáncer os coma las tripas. Así sacaréis algo en claro y quizá, con vuestro último aliento, os deis cuenta de lo imbéciles que habéis sido condenando vuestras vidas por obedecer algo insustancial, ilógico y que no habría hecho falta ningún Dios para enseñaros a ser personas.

Firmado: alguien que, aún habiendo pasado media vida rodeado de curas, ha aprendido más valores de gente a la que no le hace falta un trozo de madera al que llorar.

Adormecidos

Anestesiados. Atocinados. Impasibles.

Así estamos, me incluyo. Hastiados de la sociedad en la que vivimos pero sin poner remedio a ello. Es difícil hacer que reaccionemos cuando nos hemos acomodado en un duermevela que nos ha permitido sobrevivir sin realizar un mayor esfuerzo que el de seguir respirando.

Quieres cambiarlo, pero no te sale. No hay ese primer impulso, no existe. Buscas dentro de tí y encuentras los motivos, pero miras hacia fuera y no ves las razones.

¿Por qué no quiero hacer nada?. Personalmente. No quiero cambiar nada de esta sociedad. Me parece algo podrido, irrecuperable. Encuentras islas de razón en una poca gente, pero sólo con eso no me da motivos suficientes para querer desembarrar al resto. No sé si será mi supuesta "superioridad" moral, pero hay algo clavado dentro de mi que me lo impide.

¿Tengo que arriesgar mi bienestar, forjado y sudado, por una gente que no ha sabido gestionar sus vacas gordas? ¿Tengo que sacrificar mi tiempo y mis energías en gente que sólo ha sabido aprovechar la cresta de la ola pero, cuando hay que remontar la resaca, se dejan varar en la playa esperando a que alguien les saque de ahí? No, no tengo que hacerlo, pero la nueva corriente de buenrrollismo te lo pide: "ayúdales, les han engañado".

No. No les han engañado. Se han dejado engañar. Han llegado al oasis en medio del desierto y no han querido ver que tenía trampa, que alrededor seguía habiendo desierto y que habría que salir a él en algún momento. No voy a ayudar a estúpidos. No voy a ayudar a gente a la que estaban timando a sabiendas, "pero como las cosas van bien, no me preocupo".

Hormiga antes que cigarra. Aprendiz perpetuo antes que "listillo con recursos". Egoísta antes que gilipollas.

Mi anestesia social y yo nos preocupamos de nuestro alrededor. De los dos metros que nos rodean y que incluyen a las personas que realmente nos importan. De la gente que ha sabido cuándo desplegar las velas y cuándo arriarlas. De los que escarban y buscan, no de los que se paran, lloran y reciben para seguir andando.

Bienvenidos a su sociedad. Disfrútenla con la salud que puedan comprar.