A leer: Kryptos (Blas Ruiz Grau)

Desde hace poco tiempo (se podría decir casi seguramente que desde que tengo Twitter) me he empezado a interesar e involucrar levemente en el mundillo del crowfunding.

Ver cómo personas intentan llevar a cabo sus sueños buscando la ayuda de la gente a través de internet, redes sociales, etc., no es algo nuevo. Pero no lo conocía. Y encontrarse con proyectos con un fin como es el de dar de comer a los niños más desfavorecidos, me tocó la fibra que normalmente mantengo oculta tras mi habitual máscara de bordería y desprecio por la sociedad en general.

Sigo sin creer en ese concepto: la sociedad, pero a cada día que pasa y que voy conociendo ciertas historias, mi fe en determinadas personas aumenta. Si ellos son capaces de llevar a cabo proyectos así, mi "deber" es apoyarlos en la medida de lo posible.



Blas lo ha logrado. Y el resultado es la hostia.

Mención aparte (o encima, o debajo, o al lado, o ponedla donde queráis) merecen los cuatro jinetes más uno que colaboran en el libro: un gran Juan Gómez-Jurado al prólogo y unos flamantes escritores como son Bruno Nievas, Roberto López-Herrero (sobrecogedor), César Pérez Gellida y Gabri Ródenas que nos obsequian con la escritura de un capítulo del libro por cabeza (o maceta).

Kryptos no es la típica novela negra ambientada en el mundo de espías estadounidenses. Es algo más. Es una historia que te engancha y que hace que te leas el libro de un tirón (o cuatro tirones en sus respectivos trayectos de metro). Si tuviera que ponerle una pega sería la excesiva coloquialidad del lenguaje habitual de sus protagonistas, no tanto porque no case perfectamente con lo que se diría en una conversación natural sino por, posiblemente, la falta de costumbre de verlo escrito en una novela.
Y no quiero decir que donde exclama "coño" deba poner "cáscaras". Creo que me entenderéis.

No sé si debo hacer una sinopsis al uso de Kryptos o dejarlo a vuestra confianza en mi criterio (dijo la persona que no ha tenido huevos a leerse el Silmarillion), pero pensad en que la inversión en este libro no es sólo para pasar un buen rato con él en las manos (que también), sino que con lo que cuestan las cervezas de una tarde tonta estamos ayudando a que haya niños con algo que llevarse a la boca.

Nos os dejará indiferentes, os lo garantizo.

Mis felicitaciones y un gran abrazo, Blas.

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